Arxiu de la categoria ‘ ESCRIPTORS ’

La vida, la millor escola

Desconfía de aquellos que te enseñan

listas de nombres

fórmulas

y fechas
y que siempre repiten modelos de cultura
que son la triste herencia que aborreces.

No aprendas sólo cosas

piensa en ellas

y construye a tu antojo situaciones e imágenes
que rompan la barrera que aseguran existe
entre la realidad y la utopía:

vive en un mundo cóncavo y vacío
juzga cómo sería una selva quemada

detén el oleaje en las rompientes

tiñe de rojo el mar
sigue a unas paralelas hasta que te devuelvan
al punto de partida

coloca el horizonte en vertical

haz aullar a un desierto
familiarízate con la locura.

Después sal a la calle y observa:

es la mejor escuela de tu vida.

José Agustín Goytisolo,  “La mejor escuela” Taller de arquitectura, 1977

P:S:   Avui estic reivindicadora i diria molt, però em reprimeixo… no és el moment; època d’examens, ja ho reprendrem.

¿QUE CUÁNTOS AÑOS TENGO?

¿QUE CUÁNTOS …

¿Que cuántos años tengo? ¡Qué importa eso!
¡Tengo la edad que quiero y siento!

La edad en que puedo: Gritar sin miedo lo que pienso…
Hacer lo que deseo, sin miedo al fracaso, o lo desconocido…
Pues tengo la experiencia de los años vividos y la fuerza de la convicción de mis deseos.

¡Qué importa cuántos años tengo!
¡No quiero pensar en ello!
Pues unos dicen que ya soy vieja, y otras “que estoy en el apogeo”.

Pero no es la edad que tengo, ni lo que la gente dice, sino lo que mi corazón siente y mi cerebro dicte.
Tengo los años necesarios para reconocer yerros viejos, rectificar caminos y atesorar éxitos.

Ahora no tienen por qué decir: ¡Estás muy joven, no lo lograrás!
¡Estás muy vieja, ya no podrás!
Tengo la edad en que las cosas se miran con más calma,
pero con el interés de seguir creciendo.

Tengo los años en que los sueños,
se empiezan a acariciar con los dedos,
las ilusiones se convierten en esperanza.
Tengo los años en que el amor,
a veces es una loca llamarada,
ansiosa de consumirse en el fuego de una pasión deseada..
y otras… es un remanso de paz, como el atardecer en la playa.

¿Qué cuántos años tengo?
No necesito marcarlos con un número,
pues mis anhelos alcanzados,
mis triunfos obtenidos,
las lágrimas que por el camino derramé al ver mis ilusiones truncadas…
¡Valen mucho más que eso!

¡Qué importa si cumplo cuarenta, cincuenta o más!
Pues lo que importa: ¡Es la edad que siento!

Tengo los años que necesito para vivir libre y sin miedos.
Para seguir sin temor por el sendero,
pues llevo conmigo la experiencia adquirida
y la fuerza de mis anhelos.

¿Qué importa cuántos años,
cuántos tengo, o cuántos espero…?
Si con los años que tengo…

¡Aprendí a querer lo necesario y a tomar sólo lo bueno!

José Saramago

Memoràndum

Uno llegar e incorporarse el día
Dos respirar para subir la cuesta
Tres no jugarse en una sola apuesta

Cuatro escapar de la melancolía
Cinco aprender la nueva geografía
Seis no quedarse nunca sin la siesta

Siete el futuro no será una fiesta
Y ocho no amilanarse todavía
Nueve vaya a saber quién es el fuerte

Diez no dejar que la paciencia ceda
Once cuidarse de la buena suerte
Doce guardar la última moneda

Trece no tutearse con la muerte
Catorce disfrutar mientras se pueda.

Mario Benedetti, Poemas del Alma “Memoràndum”

Darse cuenta

Me levanto por la mañana.
Salgo de mi casa.
Hay un socavón en la acera.
No lo veo
y me caigo en él.
 
Al día siguiente
salgo de mi casa,
me olvido de que hay un socavón en la acera,
y me vuelvo a caer en él.
 
Al tercer día
salgo de mi casa tratando de acordarme
de que hay un socavón en la acera.
Sin embargo,
no lo recuerdo
y caigo en él.
 
Al cuarto día
salgo de mi casa tratándo de acordarme
del socavón en la acera.
Lo recuerdo y,
a pesar de eso,
no veo el pozo y caigo en él.
 
Al quinto día,
salgo de mi casa.
Recuerdo que tengo que tener presente
el socavón en la acera
y camino mirando al suelo.
Yo lo veo y,
a pesar de verlo,
caigo en él.
 
Al sexto día
salgo de mi casa.
Recuerdo el socavón en la acera.
Voy buscándolo con la mirada.
Lo veo,
intento saltarlo,
pero caigo en él.
 
Al séptimo día,
salgo de mi casa.
Veo el socavón.
Tomo carrerilla,
salto,
rozo con la punta de mis pies el borde del otro lado,
pero no es suficiente y caigo en él.
 
Al octavo día,
salgo de mi casa,
veo el socavón,
tomo carrerilla,
salto,
!llego al otro lado!
Me siento tan orgulloso de haberlo conseguido
que lo celebro dando saltos de alegría …
Y, hacerlo,
caigo otra vez en el pozo.
 
Al noveno día,
salgo de mi casa,
veo el socavón,
tomo carrerilla,
lo salto
y sigo mi camino.
 
Al décimo día,
justo hoy,
me doy cuenta
de que es más cómodo
caminar…
por la acera de enfrente.
 
Jorge Bucay
 
 
 
 
P.D: Hi ha experiències que un ha de viure per valorar aquelles petites coses que la vida ens posa al davant.

Ellos Tienen Razón

Esa felicidad
Al menos con mayúscula
No existe
Ah, pero si existiera con minúscula
Sería semejante a nuestra breve
Presoledad
Después de la alegría la presoledad
Después de la plenitud viene la soledad
Después del amor viene la soledad.
 
Ya sé que es una pobre deformación
Pero lo cierto es que en ese durable minuto
Uno se siente solo en el mundo.
 
Sin asideros
Sin pretextos
Sin abrazos
Sin rencores
Sin las cosas que unen o separan.
 
Y en esa sola manera de estar solo
Ni siquiera uno se apiada de uno mismo
Los datos objetivos son como sigue.
 
Hay diez centímetros de silencio
Entre manos y mis manos
Una frontera de palabras no dichas
Entre tus labios y mis labios
Y algo que brilla así de triste
Entre tus ojos y mis ojos
Claro que la soledad no viene sola.
 
Si se mira sobre el hombro mustio
De nuestras soledades
Se verá un largo y compacto imposible
Un sencillo respeto por terceros y cuartos
Ese percance de ser buena gente.
 
Después de la alegría
Después de la plenitud
Después del amor
Viene la soledad.
 
Conforme
Pero
Qué vendrá después
De la soledad.
A veces no me siento
Tan solo.
Si imagino
Mejor dicho si sé
Que más allá del mi soledad

Y de la tuya
Otra vez estás vos
Aunque preguntándome a solas
Qué vendrá después
De la soledad
 
Mario Benedetti